Ningun conocimiento se nos da si no existe en nosotros la voluntad de conocer, ninguna droga nos salva si no queremos ser salvados.


"La experiencia más hermosa que podemos tener es lo misterioso. Es la emoción fundamental de la que
nace todo arte y ciencia verdaderos. Quien no la conozca y ya no pueda sorprenderse ni maravillarse, es
como si estuviera muerto y sus ojos estuvieran cerrados"

"Nada de lo que escuches, sin importar quien lo diga.
Nada de lo que leas, sin importar dónde esté escrito.
Nada debes aceptar, sin previo discernirlo.
Y por ti mismo, deberás decidir su validez o no.
¡Investiga!"


jueves, 25 de octubre de 2012

La rentabilidad de la muerte. Planeta blindado: Cómo funciona el negocio capitalista con la guerra

Los US$ 1,460 billones de gastos militares en el planeta y la expansión geométrica de las ganancias de los consorcios de la guerra de Europa, EEUU y Asia, son la prueba más irrefutable de la relación simbiótica establecida entre el sistema capitalista con los conflictos armados y las ocupaciones militares. Uno se retroalimenta de los otros, y ambos términos de la ecuación conforman la piedra angular de la existencia misma del sistema imperial que hoy controla el mundo.  



La sumatoria interactiva de la rentabilidad comercial con las ocupaciones y despliegues militares en alta escala, marca a su vez el escenario de la "guerra permanente" como una lógica de supervivencia irrenunciable del sistema capitalista.

Funcionalmente, el sistema capitalista (producto histórico de la dominación del hombre por el hombre) no se alimenta de la paz sino de la guerra concebida como el primer escalón de las políticas y estrategias de dominación (sustento de la explotación económica) a escala global.

Es más, los propios procesos históricos ya incorporaron la "economía de guerra"(emergente de la industria de la guerra) como un segmento clave de la economía capitalista que en caso de colapsar arrastraría consigo a todo el sistema a escala global.

El 11-S no solamente instaló un nuevo sistema de control social por medio de la manipulación mediática con el "terrorismo", sino que además inauguró un "nuevo orden internacional" (sustitutivo de la "guerra fría") basado en la "guerra contraterrorista" que sirve de justificación a las nuevas estrategias expansionistas del Imperio norteamericano y de las trasnacionales capitalistas.

Con la leyenda mediática de Bin Laden y el peligro del "terrorismo internacional", a partir del 11-S el Imperio norteamericano (potencia locomotora unipolar del capitalismo desde la caída de la URSS) se lanzó a nuevas conquistas militares de mercados justificadas en la "guerra preventiva contra el terrorismo" y en la nueva doctrina de seguridad de EEUU emergente tras los atentados del 11-S.

Con las llamadas "guerras preventivas" iniciadas por los halcones tras el 11-S, no solamente se conquista militarmente sino que también se abren nuevos ciclos de expansión y ganancia capitalista en los nuevos mercados sometidos con el argumento de la "guerra contraterrorista".

Las nuevas hipótesis de conflicto con el "terrorismo" generan facturación billonaria a la industria bélica constituida en la pata complementaria de la rentabilidad capitalista trasnacional.

Esta realidad, entre una multiplicidad de elementos interactivos, explica porqué el actual capitalismo trasnacionalizado (hegemonizado por el eje USA-UE) está centralmente determinado por la "guerra contraterrorista" como factor principal de continuidad y preservación de su sistema de explotación económica.

El negocio de la guerra

La "guerra contraterrorista" y la carrera armamentista (nuclear y convencional) USA están destinadas a alimentar los contratos y las ganancias de los consorcios agrupados en ese monstruo llamado Complejo Militar Industrial norteamericano.

La expansión geométrica de las ganancias de los consorcios armamentistas del Complejo Industrial Militar estadounidense es la prueba más irrefutable de la relación simbiótica de supervivencia establecida entre el sistema capitalista sionista y los conflictos armados y las ocupaciones militares.

La conquista militar, a la vez, es la llave de entrada para un descomunal negocio capitalista "multifuncional y diversificado", donde el Imperio (a través de la "reconstrucción" de lo destruido) moviliza una maquinaria de ganancia financiera, se apodera de recursos naturales (principalmente petróleo), vende armas, tecnología, servicios, y modela hábitos consumistas en la población pudiente del país invadido (clases altas, medias altas) que se integran al negocio de las multinacionales del consumo.

Por medio de sus departamentos de investigación y de sus lobbies estatales en la Casa Blanca, el departamento de Defensa y el Congreso las corporaciones armamentistas generan demanda y nuevas necesidades de tecnología armamentista a las tropas ocupantes del Pentágono en todo el planeta.

Las líneas directrices de este monumental negocio con las guerras de ocupación y el sistema financiero imperial, nacen y se proyectan desde la Casa Blanca hacia el resto de los estamentos del Estado norteamericano.

Sobre la base de un presupuesto billonario (destinado al sector de Defensa) este macronegocio, hoy gerenciado por el lobby demócrata que controla la Casa Blanca, abarca desde la venta de armas y de tecnología de punta, hasta construcción de infraestructura y de prestación de servicios privados a las bases militares y fuerzas de ocupación.

Como producto de la "integración bélica" de los nuevos ciclos de ganancias y expansión capitalista trasnacional, las corporaciones de la industria de la guerra han pasado a ocupar un lugar clave en los nuevos planes de conquista militar del Pentágono.

Los US$1,460 billones de gastos militares actuales en el planeta y la expansión geométrica de las ganancias de los consorcios armamentistas de Europa y EEUU, son la prueba más irrefutable de la relación simbiótica de supervivencia establecida entre el sistema capitalista con los conflictos armados y las ocupaciones militares.

De esa cifra, el actual presupuesto de Defensa de EEUU ya estaría superando el 50% del total del gasto armamentista en el mundo.

Uno se retroalimenta de los otros, y ambos términos de la ecuación conforman la piedra angular de la existencia misma del sistema que hoy controla el mundo. En sólo una década los gastos militares aumentaron en un 50% dentro de una creciente "militarización" del planeta.

EEUU, Rusia, Alemania, Francia y Reino Unido, los mayores exportadores de armas del mundo

El comercio mundial de armas convencionales aumentó un 24% en 2007-2011 con respecto al lustro anterior, según un informe difundido por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI).

EEUU mantiene su hegemonía mundial como principal exportador, mientras que la India fue el país que más armamento compró en ese quinquenio, seguida por otros cuatro países asiáticos.

Los cinco mayores exportadores mundiales -EEUU, Rusia, Alemania, Francia y Reino Unido- acapararon el 75 por ciento de las ventas totales en 2007-2011.

El caso más notorio es el de China, principal importador mundial en 2002-2006 y ahora cuarto, y que en el último lustro aumentó sus exportaciones un 95% hasta convertirse en el sexto principal vendedor de armas en el mundo, aunque debido sobre todo a varios contratos con Pakistán.

El informe del SIPRI destaca además "aumentos significativos" en el comercio de armas en zonas como el este y el norte de África, el sudeste Asiático y el sur del Cáucaso, y que los principales exportadores continúansuministrando armas a países que se han visto afectados por las revueltas árabes.

"La crisis financiera global todavía no ha repercutido en los ingresos y beneficios de las grandes empresas armamentistas", señala el SIPRI.

Finalmente el "sueño americano" de Obama (el sucesor de Bush) se materializó en números: El presupuesto destinado al área de la Defensa (Pentágono) que incluye las guerras militares y las políticas de ocupación rondan los US$ 730.000 millones para el ejercicio fiscal 2011.

Al mismo tiempo, las ocupaciones militares de EEUU en Irak y Afganistán "generaron un gasto suplementario de 903.000 millones de dólares sólo para EEUU" en el periodo 1999-2008, agregó Sam Perlo-Freeman, director del Proyecto de SIPRI sobre gasto militar.

La primera potencia imperial es, sin sorpresa, el país con mayores gastos en armamento del mundo, según el SIPRI.

Los gastos EEUU representan casi un 42% del total, más que los 14 países siguientes reunidos, en un legado de la política del ex presidente George W. Bush, según el SIPRI.

El sideral presupuesto de la Defensa engorda la expansión geométrica de las ganancias de las corporaciones que figuran como contratistas del Pentágono.

Las contratistas del Complejo Militar Industrial no solo proveen armas y servicios de seguridad privada, sino que también proveen la logística completa (ropa. comida, alojamiento, etc) a los soldados, no solamente en las áreas de ocupación sino también en la red de bases distribuidas por todo el planeta y dentro de EEUU.

De esta manera se verifica la directa relación de la "guerra contraterrorista" con las ganancias y la expansión de los consorcios armamentistas, que resultan, juntos con las petroleras y las corporaciones de servicios (que incluyen a las compañías de "seguridad privada"), los beneficiarios principales de las invasiones y ocupaciones militares, tanto en Irak y Afganistán, como de los conflictos actuales y potenciales en Medio Oriente y en todo el planeta, entre los que se incluyen las planificadas acciones militares contra Irán y Siria.

A este escenario se suma el negocio con las armas nucleares. A principios de 2012, ocho estados - los Estados Unidos, Rusia, el Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán e Israel - poseían aproximadamente 4.400 armas nucleares operativas. Casi 2.000 de ellas se mantienen en un estado de alta alerta operacional. Si se tienen en cuenta todas las cabezas nucleares, estos estados poseen conjuntamente un total de aproximadamente 19.000 armas nucleares , comparado con los 20.530 de principios de 2011.

Al mismo tiempo, los cinco estados nucleares legalmente reconocidos - China, Francia, Rusia, el Reino Unido y los Estados Unidos - están también implementando nuevos sistemas de entrega de armas nucleares o han anunciado programas para hacerlo, y parecen determinados a conservar sus arsenales nucleares indefinidamente. Mientras, la India y el Pakistán continúan desarrollando nuevos sistemas capaces de entregar armas nucleares y están ampliando sus capacidades de producir material fisible para propósitos militares.

A pesar del reavivado interés del mundo en los esfuerzos de desarme, ninguno de los estados que poseen armas nucleares no ha mostrado, hasta ahora, más que una voluntad retórica de abandonar sus arsenales nucleares. Mientras el número general de cabezas nucleares está disminuyendo, los programas activos de largo plazo de modernización en estos estados sugieren que las armas nucleares se consideran todavía un indicativo de status y poder internacionales,' afirma el investigador sénior del SIPRI, Shannon Kile.

Corporaciones y privatización de la guerra

A nivel de las armamentistas -según un informe de Project on Governmenttt Oversight- entre los consorcios que se benefician en primer lugar de este multimillonario negocio se cuentan Lockheed Martin, la gigante aeroespacial Boeing, Northrop Grumman, contratista de la Fuerza Aérea,Raytheon, y General Dynamics.

Las tres grandes corporaciones armamentistas (Lockheed Martin, Boeing, y Northrop Grumman) tienen conexiones con otras numerosas fuentes de contratación federal para todo, desde seguridad aeroportuaria hasta vigilancia doméstica, en nombre de lo que hoy la Casa Blanca llama GWOT (Global War on Terrorism), guerra global contra el terrorismo.

Además, durante la era Bush, los halcones de la Casa Blanca y los operadores de negocios del lobby armamentista, siempre a tono con "los negocios de la guerra", observaron la nueva veta comercial que se abría con la contratación de servicios de ejércitos privados para las áreas ocupadas o bajo influencia del ejército de EEUU.

En su planificación de "guerras futuras" el Pentágono extendió la privatización a más áreas de la ocupación militar, y las corporaciones militares privadas ya han comenzado a intercambiar información orientada a fusionar sus servicios en rubros determinados, a fin de competir con mayor posibilidad en el logro de próximos contratos.

La privatización del aparato militar, fue impulsada en 1991, después de la Primera Guerra del Golfo, por el entonces ministro de Defensa y vicepresidente de la administración Bush, Dick Cheney.

Bajo la influencia de Cheney y Rumsfeld el gobierno de EEUU comenzó a subcontratar con las corporaciones militares privadas, gran parte de las funciones operativas que tradicionalmente venían desarrollando las Fuerzas Armadas.

EEUU (hoy gerenciado por Obama y el lobby sionista liberal) se ha constituido, junto con el Reino Unido y Sudáfrica, en el centro mundial de la industria privada militar, que debe su crecimiento al nuevo orden internacional lanzado por George Bush padre tras el desplome de la Unión Soviética, y continuado por su hijo W al comando de la "guerra contra el terrorismo".

Obviamente, y según apuntan todos los especialistas, sólo los conglomerados trasnacionales (bancos, petroleras, tecnológicas, armamentistas, ejércitos privados, etc) que integran la órbita "selecta" del lobby de negocios manejado desde la Casa Blanca y el Pentágono tienen acceso a los más jugosos contratos en los países ocupados.

De acuerdo con el Centro para la Integridad Pública, el Pentágono ha gastado 300.000 millones de dólares en 3.016 contratos de servicios militares que han ido a parar a 12 empresas entre 1994 y 2002 (las cifras excluyen los contratos de armamento).

Las corporaciones militares privadas (PMC, por sus siglas en inglés) mantienen en secreto sus actividades y carteras de clientes al no estar reguladas por ninguna normativa internacional, a pesar de su condición de ejércitos sin fronteras.

Los consorcios privados ofrecen servicios que van desde el personal de seguridad y el mantenimiento de armamentos hasta la interrogación de prisioneros.

Estas firmas han operado en más de 50 países y han sido contratadas por todo el mundo, desde el Departamento de Defensa de Estados Unidos hasta dictadores y gobiernos de las áreas dependientes del llamado mundo subdesarrollado de Asia, África y América Latina.

Según la revista norteamericana Monthly Review, "las corporaciones privadas del capitalismo siempre han estado implicadas con la promoción de la guerra, pero su acción directa ha sido tradicionalmente limitada". Lo preocupante -señala la revista- es si estas multinacionales ingresan a una distorsión capitalista y, atendiendo a la ley de la oferta y la demanda, deciden ampliar sus lucros aprovechando sus excelentes contactos con los jefes políticos y militares que deciden la guerra.

En territorios ocupados como Irak y Afganistán, la "veta de negocios" de los ejércitos privados incluyen servicios de custodia a empresas privadas, operaciones de seguridad, programa de interrogatorios (torturas), espionaje y entrenamientos militares, o ejercitación de escuadrones especiales (de la muerte) que operan en la clandestinidad.

También pueden ser contratados para tareas como recolección de cadáveres, investigación de secuestros, custodia de pozos petroleros, controles fronterizos, protección de importantes directivos, o para cuidar las espaldas de los periodistas y ejecutivos de los consorcios mediáticos que construyen la "información oficial" de la situación en Irak.

En Irak y Afganistán estos consorcios privados de la guerra han desempeñado un papel esencial para el ejército estadounidense, complementando a su personal cuando necesitan refuerzos y haciendo lostrabajos "sucios" que los propios militares estadounidenses prefieren no hacer.

Capitalismo de guerra

En resumen, la actividad comercial del capitalismo de guerra (armamentistas, petroleras, empresas de servicios y ejércitos privados), como cualquier empresa, depende de "la demanda", principalmente de las guerras de conquista militar lanzadas por EEUU en el planeta de las cuales nacen nuevos y jugosos contratos y oportunidades de expansión comercial.

A esta tajada super-millonaria hay que agregar otro segmento complementario: El negocio billonario de los grandes consorcios bancarios que financian desde la "reconstrucción" de los países conquistados, venta de armamentos y de tecnología bélica, hasta construcciones de bases militares y todo tipo de infraestructura relacionadas con el alojamiento de las fuerzas de ocupación.

El propio Estado USA alimenta la "burbuja financiera" con el armamentismo endeudándose (con los grandes consorcios financieros sionistas) para mantener los gastos de su multimillonario presupuesto militar que es pagado -a través de los impuestos- por toda la sociedad estadounidense.

Los gobiernos títeres de los países ocupados o satélites, a su vez, toman créditos y se endeudan (con las corporaciones militares y financieras de la potencia ocupante) para financiar y proveer de armamentos y de tecnología bélicas a sus fuerzas armadas ciapayas que colaboran con el invasor.

Además, y como es el caso de Irak, Afganistán y Pakistán, los países satélites u ocupados utilizan la "ayuda militar" provista por el Estado imperial (producto de los impuestos públicos) para adquirir armamento y tecnología a las corporaciones del complejo militar industrial, convirtiendo la ayuda estatal en ganancia privada.

De esta manera (y de la misma forma que los pulpos financieros de Wall Street y las bolsas mundiales reciclan una nueva "burbuja" ganancial con los fondos de los "rescates" no ya con dinero especulativo proveniente del sector privado, sino con dinero público) la "burbuja financiera" billonaria del negocio armamentista es solventada con impuestos pagados por toda la sociedad norteamericana.

Esta sumatoria interactiva de la rentabilidad comercial con las ocupaciones y despliegues militares en alta escala, marca a su vez el escenario de la"guerra permanente" como una lógica de supervivencia irrenunciable del sistema capitalista.

(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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Fuente: IarNoticias

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